Se ha publicado este artículo del arquitecto José Antonio Coderch, que por su interés y oportunidad aquí se reproduce, por cortesía de DOMUS. Comentan este articulo el P. Alfonso López Quintés, Juan Ramírez de Luces, Luis Moya y Francisco de lnza.
Al escribir esto no es mi intención ni mi deseo sumarme a los que gustan de hablar y teorizar sobre Arquitectura. Pero después de veinte años de oficio, circunstancias imprevisibles me han obligado a concretar mis puntos de vista y a escribir modestamente lo que sigue:
Un viejo y famoso arquitecto americano, si no recuerdo mal, le decía a otro mucho más joven que le pedía consejo: «Abre bien los ojos; mira, es mucho más sencillo de lo que imaginas.» También le decía: «Detrás de cada edificio que ves hay un hombre que no ves.» Un hombre; no decía siquiera un arquitecto.
No, no creo que sean genios lo que necesitamos ahora. Creo que los genios son acontecimientos, no metas o fines. Tampoco creo que necesitemos pontífices de la Arquitectura, ni grandes doctrinarios, ni profetas, siempre dudosos. Algo de tradición viva está todavía a nuestro alcance, y muchas viejas doctrinas morales en relación con nosotros mismos y con nuestro oficio o profesión de arquitectos (y empleo estos términos en su mejor sentido tradicional). Necesitamos aprovechar lo poco que de tradición constructiva y, sobre todo, moral ha quedado en esta época en que las más hermosas palabras han perdido prácticamente su real y verdadera significación…
Fuente: Revista DOMUS Nº384 – Nov. 1961
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